ABST COBAS SURF Y BODYBOARD

En todos esos momentos sentirás algo parecido a lo que debería de estar sintiendo la cometa. Quizás tenga algo que ver los precios brutales del material en esta extraña simbiosis. Un ejemplo bastante gráfico sería meter en un sobre 1000 euros y lanzar el sobre a la orillera, y ver cómo ese sobre se despedaza ola tras ola...

Descubres el kitesurf bastante después de empezar. Después de las enormes pateadas por la playa, después de las volteretas por el mar, después de arrolar por la arena (la arena queda tal cual como si hubiese entrado un tractor por la playa) o después de perder la tabla en el mar.

Justo después, hay un momento en el que empiezas a navegar. ¡¡Y ese es el momento!!. Es justo en ese momento cuando te das cuenta de lo que estás haciendo. Estás viajando por el mar con tu tabla, a una velocidad que ni te imaginabas que podría existir. Y de lo que te dan ganas es de quedarte allí metido muuucho muuucho tiempo y gritas como un loco mientras navegas.

Luego estás en tierra y, como diría Kaskariyo, "a cabesa non para". Si antes ya era una mierda conocerme, ahora os aseguro que es mucho peor. Si mis temas de conversación ya eran inútiles, ahora es más probable que apenas esté en esa conversación.

Lo siento sobre todo por mis amigos, mi familia y por Blanca. Si antes ya era pesado con poquito viento o sin nada de viento, hablando de olas o un poco despistado en las conversaciones; ahora lo siento porque cuando hay viento es posible que también pase. Pero como digo siempre " prometo mejorar " xDDD (aunque sé que eso no pasará).

Blanca dice que a los surfistas nos entra agua en el cerebro y que ese debe de ser el problema. Ahora ella ya surfea. XDD.

Mi madre sabe más de surf que cualquier madre ( y eso que siempre me ha dicho, literalmente, que "se la trae floja"), mi hermano, que en cualquier momento pilla un corcho y destroza una ola, pero que como es vago pasa del surf por remontar, dice que simplemente soy un gilipollas. Y mi padre supongo que se sentirá un poco culpable de mis monotemas, sobre todo por dejarme en el agua sólo, mientras él observaba pájaros y con el rabillo del ojo me espiaba a ver si no me ahogaba, sé que lo hacía, lo de espiarme, porque alguna que otra vez tiene bajado corriendo por el acantilado de san Jorge para sacarme. También, unas cuantas miles de veces, he tenido que esperar después de salir del agua, unas cuantas horas, al lado de la furgo y temblando en pleno invierno, a que apareciese él, supongo que también perdía el norte por ahí ( eso es aprender por las bravas).

En fin, y luego están las abuelas y los abuelos, que han aportado el dinero para las primeras tablas. Era curioso el tema, mientras te daban el dinero para surfear, te decían, "no quiero que vayas al mar". Podría decir que aprendí sólo a surfear (aunque sigo aprendiendo), pero sería injusto por toda esta gente que he nombrado. Y por la gente que luego me he ido encontrando que son también de los de "a cabesa non para". Desde taladrados del rap, hasta pirados del diseño gráfico, pasando por pirados de la guitarra o del chocolate y las chuminadas varias.

Pues nada, esta entrada es para que toda la gente que he nombrado por ahí arriba , pueda echarle la culpa de mi absorción mental perpetua los días de viento, a las dos personas que me han presentado el kitesurf. Al señor Miguel alias "entramos y probamos" y al señor Sensei Santy "alias 15 metros de salto rana saltarina y lo hago silbando" o también alias "Brandán échate para atrás joder que parece que vas cagando". Blanca, si no fregué los platos hoy, también puedes echarle la culpa a ellos.

En fin ahí queda eso. Os dejo con dos videos que me impresionaron brutalmente cuando los vi y empecé con este deporte. El primero es el todopoderoso Ruben Lenten haciendo de las suyas. Y el segundo va de una interpretación de cuando Jesucristo caminaba por las aguas.

P.D. Gracias a Miguel y a Santy por presentarme este deporte y guiarme a través de él. Y gracias a mi familia y amigos por aguantar que mientras me habláis, alguna que otra vez esté ausente, con la mirada perdida y la babilla deslizándose a modo yoyó por la comisura de los labios tipo lobotomía.